Huid de la tierra preñada de
melancolía
hacia soles ilusionados por la
promesa de eternos besos.
Agitad las alas para recordar
aquellas mañanas
en las que erais dioses
mortales bendecidos por la abundancia.
Planead en el tiempo calcando en la
piel del mundo
la impronta de vuestros hechos.
Y recordad que no existe persona,
poder o miedo
que te enseñe cómo vivir, qué sentir
o cuáles han de ser tus sueños.
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