Como
fantasmas atormentados,
tus besos deambulan en los pasillos
de mi cuerpo.
Gimen
incesantes como campanas
mortuorias en día de difuntos.
Rozan
la sombra de mi piel
bañándola
en temblores de deseo.
Penetran
con fuego arrasando
mi frágil desmemoria.
E
incansables, envenenan
con
tu presencia mis desvelos.
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